"Aclamad a Dios, nuestra fuerza (Sal 80, 2),
Señor Dios vivo y verdadero, con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra (Sal 46, 2-3).
Porque el Santísimo Padre del cielo, nuestro rey desde siempre (Ver Sal 72, 13),
envió a su amado Hijo desde lo alto y nació de la bienaventurada Virgen Santa María.
Él me invocará: "Tú eres mi Padre"; y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra (Sal 88, 27-28) .
De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida (Sal 41, 9).
Este es el día en que actuó el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo (Sal 117, 24).
Porque se nos ha dado un niño santo y amado,
y nació por nosotros (Is 9, 5) fuera de casa,
y fue colocado en un pesebre, porque no había sitio en la posada (Lc 2, 7).
Gloria al Señor Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad (Ver Lc 2, 14).
Alégrese el cielo y goce la tierra, retumbe el mar y cuanto contiene;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos (Sal 95, 11-12).
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra (Sal 95, 1).
Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza,
terrible sobre todos los dioses (Sal 95, 4).
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor (Sal 95, 7-8).
Tomad vuestros cuerpos y cargad con su santa cruz,
y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos (Ver Rm 12, 1; Lc 14, 27; 1Pe 2, 21).
Tomado de:
http://www.fratefrancesco.org/
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