Un joven que salió del mundo de la diversión y la despreocupación para ingresar a un mundo de reflexión y preocupación por lo pobres de su tiempo.
Un joven que escucho en su interior la voz del creador, voz que lo transformó en un hombre nuevo, haciendo un cambio radical en su vida.
Un joven que a los ojos del mundo, era un loco,
pero a los ojos de Dios un hijo que atendió a su llamada.
Un joven, que se detuvo a admirar todo lo creado,
y con ello, nos hizo ver que todo cuanto existe de bueno en el universo,
es hermano nuestro, porque salió de las manos de Dios al igual que nosotros.
y con ello, nos hizo ver que todo cuanto existe de bueno en el universo,
es hermano nuestro, porque salió de las manos de Dios al igual que nosotros.
Un joven, que con su sensibilidad reconoció en la luna,
a una hermana,
y en el sol,
a un hermano.
Un joven que vivió las enseñanzas de Jesús.
Un joven que su vida la vivió, con enorme semejanza a Cristo.
Un joven que con su ejemplo de vida evangélica,
reformó la Iglesia Católica, Apostólica y Romana que amenazaba a ruina.
Un joven que profundizó tanto en la Palabra de Dios,
que llegó a hacerla vida, en su vida.
Un joven al que Dios llamó y al cual le compartió
las llagas de su pasión.
Ese joven es, el Santo que quiso ser hombre.
Arturo Medina Muñoz.